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América Latina se encuentra en un momento determinante para su desarrollo económico y tecnológico. La confluencia de una riqueza de recursos naturales, un talento especializado en áreas de vanguardia y la reconfiguración geopolítica global presenta una oportunidad sin precedentes para que la región evolucione de un simple consumidor de tecnología a un actor estratégico en el ámbito de las tecnologías de frontera – o deep tech.
En este contexto, el informe del Latin American Dynamism Project (LADP) es clave para entender los obstáculos para que este potencial regional se consolide, así como para entender la manera en que las tecnologías de frontera se han desarrollado en la región, particularmente a la luz de las inversiones, las áreas de concentración y los nodos de desarrollo regional.
Las políticas públicas asociadas con tecnologías suelen ser desafiantes para los policymakers y podría decirse que las políticas públicas asociadas con las tecnologías de frontera lo son aún más. Es por esto que a continuación se presentan cinco recomendaciones desde la perspectiva de las políticas públicas en tecnología a partir de lo contenido en el informe del LADP.
Dichas recomendaciones buscan mitigar los cuellos de botella identificados, definir elementos de análisis para intervenciones específicas y, en últimas, ayudar a los distintos agentes involucrados a promover el desarrollo regional a partir de políticas públicas rigurosas, pertinentes y robustas.
América Latina se beneficiaría si, de manera similar a lo que sucede en industrias como las telecomunicaciones, se establece un foro regulatorio o de políticas públicas regional para armonizar las leyes y regulaciones que impactan a las empresas de tecnología profunda. Esto incluye la estandarización de las normativas sobre propiedad intelectual, la facilitación de la transferencia de tecnología y la creación de sandbox regulatorios para la experimentación en sectores como la biotecnología, biomateriales, energías limpias, computación cuántica y la inteligencia artificial (IA), entre otros.
La evidente fragmentación regulatoria reduce el atractivo para la inversión en mercados similares, limitando la capacidad para que las startups latinoamericanas escalen de manera regional o internacional. En este sentido, un marco regulatorio armonizado en función de habilitadores fundamentales facilitaría la atracción de capital y ofrecería certidumbre a la inversión, ofreciendo un mercado más predecible y unificado.
Uno de los elementos fundamentales para ofrecer mejores condiciones de desarrollo tecnológico en la región es la promoción de incentivos fiscales de mediano o largo plazo, focalizados, diferenciales y sostenibles, de tal modo que las inversiones realizadas en tecnologías de frontera, o las innovaciones incrementales cuenten con contextos realistas de operación.
Al respecto, los distintos gobiernos y reguladores pueden ofrecer incentivos fiscales o subvenciones para startups que establezcan estructuras corporativas en jurisdicciones que son bien vistas por los fondos de capital de riesgo internacionales. Este tipo de intervenciones podrían incluso apalancarse sobre otro tipo de políticas de promoción de desarrollo industrial, de educación o de sofisticación del aparato productivo.
En este contexto, la volatilidad e incertidumbre asociadas con los mercados latinoamericanos podría ser mitigada mediante medidas de apoyo a la inversión en donde, de manera diferencia, se busque proteger el capital de riesgo asociado con el desarrollo de tecnologías de frontera.
América Latina goza de una amplia variedad de capacidades logísticas y tecnológicas predominantemente apoyadas por intervenciones de los distintos gobiernos. En este sentido, es deseable que se desarrollen líneas de inversión o fomento desde el sector público que se apalanquen, por ejemplo, en el uso de APP para el desarrollo de tecnologías de frontera o en el aumento o creación de fondos públicos de inversión de capital de riesgo.
Los reguladores y policymakers regionales cuentan con amplias capacidades transversales al desarrollo económico y podrían destinar algunos recursos estratégicos para incentivar el emprendimiento y la innovación a partir de la solución de problemas sociales fundamentales alineados con los objetivos de desarrollo sostenible.
Así mismo, las entidades públicas encargadas de las políticas de ciencia, tecnología e innovación podrían actuar como integradores entre los distintos agentes involucrados, por ejemplo, mediante la definición de áreas de desarrollo científico estratégicas, la destinación de recursos de inversión, y la generación de espacios de asesoría, negociación, cumplimiento y evaluación.
Si bien la inversión y el desarrollo de iniciativas fundamentadas en tecnologías de frontera no son fenómenos recientes, en América Latina persiste el uso de marcos de política pública tradicionales caracterizados por el uso de indicadores de desarrollo científico predominantemente cuantificados a través del número de patentes, publicaciones, investigadores, o centros de investigación certificados por las distintas autoridades en la materia.
En este sentido, es deseable agregar elementos adicionales que permitan medir y entender las dinámicas modernas asociadas con la investigación y el desarrollo de tecnologías de frontera y la inversión de capital de riesgo en las mismas. Está ampliamente documentado cómo los innovadores modernos buscan un rápido acceso al capital, desestimando la generación de patentes o incluso el registro de sus activos intangibles. Comúnmente se opta por la protección de dichos activos a través de mecanismos más asociados con la competencia, los derechos de autor y la propiedad industrial.
Así las cosas, la medición del impacto de las políticas de desarrollo científico podrían estar subvalorando o sobrevalorando algunos de sus resultados a raíz de este fenómeno. Por lo tanto, se recomienda realizar evaluaciones de impacto de las políticas actuales que permitan identificar el estado actual del desarrollo tecnológico y plantear nuevos indicadores más pertinentes con las dinámicas y fenómenos actuales, por ejemplo, en términos de inversión de capital de riesgo en tecnologías de frontera.
La investigación y desarrollo de tecnologías de frontera es un proceso complejo, intensivo en capital y que requiere de elementos habilitantes de todo tipo, desde la formación del capital humano, la regulación y las políticas, hasta la infraestructura especializada.
En este sentido, no es un secreto mencionar que tecnologías tales como la IA, la biotecnología, energías limpias, la robótica, los semiconductores o la computación cuántica requieren de infraestructura dura (hardware) y blanda (software) altamente especializada, por ejemplo, en términos de capacidad de cómputo, seguridad, estabilidad en las fuentes de energía, acceso a materiales, licenciamiento, conectividad, entre otros.
El acceso a esta infraestructura debe ser consecuente con la inversión en el capital humano y viceversa. A manera de ejemplo, si se promueven centros de alta complejidad computacional para el desarrollo de tecnologías digitales, es necesario que estos cuenten con las condiciones mínimas habilitantes para que su desempeño técnico sea el requerido y, por lo tanto, el acceso a electricidad, refrigeración, ventilación, vías de acceso, y conectividad deben ser equiparados con la capacitación de las personas a su cargo. La asimetría en la inversión de infraestructura y capital humano puede generar grandes ineficiencias de capital y la pérdida o fuga de talento.
De las acciones que las autoridades y gobiernos diseñen e implementen hoy depende el desarrollo tecnológico y social de las próximas décadas en América Latina. Las recomendaciones aquí presentadas apuntan a potenciar los elementos ya identificados en el reporte de LADP, pero a su vez buscan impulsar un cambio de trayectoria en el ciclo de políticas tecnológicas. Es decir, pasar de políticas reactivas y fragmentadas a estrategias regionales ambiciosas, coordinadas, con ejecución sostenida, financiamiento robusto y un papel activo en la definición de la gobernanza tecnológica internacional. El desafío es tanto técnico como político y social, y su resolución determinará la capacidad de la región para capturar el valor económico, social y geopolítico de las tecnologías de frontera.
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